Destellos del Monte Santo
Destellos de aquel Monte
sueños que develan del tiempo los misterios
senderos secretos entre luces y luchas
esperanzas que brotan en sutiles memorias.
destellos del desierto
Su
Luz, tu luz, la mía, la de Horeb, y Madián
los
jardines internos en desiertos perdidos
de
un espacio sin tiempo de un presente tardío.
Destellos desde la ladera son los ensueños
los símbolos los ritos, las señales
las voces de las piedras, de las nubes,
las olas
Destellos en los cedros, las palmeras de dátiles,
los olivos
caudales del gran verde. los ecos del desierto,
las lluvias, las arenas
Destellos de sus pies desnudos, los cedros,
las aves que duermen en las ramas
un Moisés aún sediento que llora ante su
pozo,
su mente que es espejo, su faro, su
destino
Destellos de sus brazos, su fuerza, la
Sagrada Alianza y las tablas
Destellos son… el báculo, la zarza
ardiente, el Monte Santo.
La Refulgencia Divina ante el humilde
canto
Destellos del desierto… es soledad del
alma en la verdad silente
su mirada en la fuente, del agua
cristalina, del manantial su imagen
Destellos que transforman el oleaje mudo
del algún Nilo interior,
en los desvelos, los viajes, en el reposo
tranquilo, la majestad de Giza, la esfinge, las voces de la llanura y la paz,
hebras de luz en el viento marcados en las rocas
Renacer y morir, seguir a la estrella
Destellos de aquel monte sagrado
retornar al encuentro del mástil platinado
que del balcón se desprende se posa en nuestro pecho, nos devuelve la vida.
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