domingo, 12 de diciembre de 2010

Destellos desde el Monte Santo

Destellos del Monte Santo

Destellos de aquel Monte

 sueños que develan del tiempo los misterios

 senderos secretos entre luces y luchas

esperanzas que brotan en sutiles memorias.

destellos del desierto

 Su Luz, tu luz, la mía, la de Horeb, y Madián

 los jardines internos en desiertos perdidos

 de un espacio sin tiempo de un presente tardío.

Destellos desde la ladera son los ensueños

los símbolos los ritos, las señales

las voces de las piedras, de las nubes, las olas

Destellos en los cedros, las palmeras de dátiles, los olivos

caudales del gran verde. los ecos del desierto, las lluvias, las arenas

Destellos de sus pies desnudos, los cedros, las aves que duermen en las ramas

un Moisés aún sediento que llora ante su pozo,

su mente que es espejo, su faro, su destino

Destellos de sus brazos, su fuerza, la Sagrada Alianza y las tablas

Destellos son… el báculo, la zarza ardiente, el Monte Santo.

La Refulgencia Divina ante el humilde canto

Destellos del desierto… es soledad del alma en la verdad silente

su mirada en la fuente, del agua cristalina, del manantial su imagen

Destellos que transforman el oleaje mudo del algún Nilo interior,

en los desvelos, los viajes, en el reposo tranquilo, la majestad de Giza, la esfinge, las voces de la llanura y la paz, hebras de luz en el viento marcados en las rocas

 Renacer y morir, seguir a la estrella Destellos de aquel monte sagrado

retornar al encuentro del mástil platinado que del balcón se desprende se posa en nuestro pecho, nos devuelve la vida.

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